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El público volvió a responder y acompañó durante los tres días, el escenario estuvo acorde a la categoría más popular del país y las autoridades hablaron de una fecha fija en abril de cada año. La aburrida carrera trajo mucha tela para cortar tras la paliza de Ford.

No había empezado la competencia definitiva que ya se estaba hablando de la próxima edición en territorio mendocino. Eso demostró a las claras que hubo conformismo por parte de los dirigentes de la Asociación Corredores Turismo Carretera, transmitida a la organización del evento que nuevamente convocó a una multitud desde el viernes en cada rincón del autódromo Ciudad de San Martín.

El cuarto capítulo de la más popular del país dejó muchos puntos interesantes que analizar. Después de haber estado en el ojo de la tormenta durante marzo, cuando se comenzó a especular con una posible sustitución del circuito Jorge Ángel Pena porque los números no cerraban, los organizadores pusieron manos a la obra y respondió para disipar todos los rumores.

De acuerdo a lo dicho por Jorge Giménez, el intendente del departamento esteño, “con el club y el impulso de los gobiernos provinciales y municipales”, la divisional más importante del país regresó. Y parece que llegó para quedarse definitivamente. “Sería una plaza fija”, aseguraron, algo que Mar de Ajó, Paraná, La Plata, Posadas, Rafaela, Río Cuarto y San Luis son desde hace años. Sin contar Buenos Aires, por algo lógico.

Primero fue Oscar Aventín, el presidente de la ACTC, quien afirmó que “la idea es que Mendoza esté el año que viene en el calendario porque es una plaza fuerte”. El domingo, mientras se aguardaba por la carrera de TC, Fernando Miori (gerente general) lo ratificó. “Queremos instalarlo definitivamente en abril de cada año. El compromiso es por los próximos tres o cuatro años. Después de la Vendimia, el evento que Mendoza tiene que imponer es el TC”, sostuvo.

A su vez, el escenario mendocino estuvo a la altura de las circunstancias. Si bien Roberto Argento (encargado de seguridad y habilitación de circuitos) dio a entender que un autódromo tiene que estar preparado cada vez que haya carrera y no trabajar días antes de la fecha, fue destacado por las autoridades de la entidad madre de la categoría. “Estuvo prolijamente presentado, con todo muy bien pintado, las vías de escape respondieron como se pidió, los muñecos de goma estuvieron bien colocados y en boxes se pudo trabajar cómodamente. Lógico que faltan cosas por hacer, pero de a poco mejora cada año”, agregó Miori.

En lo deportivo, la competencia dejó poco y nada. Tanto dominio de Ford desde el primer día de actividad provocó aburrimiento en los presentes ya que no hubo lucha de marcas en ningún momento. A eso se le sumó los escasos sobrepasos. Los vehículos marcharon uno detrás de otro, como si hubiesen ido por un riel. Bostezo total.

Desde la tribuna acusaron al reglamento, que se retocó en la última fecha de la fase regular del año pasado, como culpable de la paliza del óvalo. Otros a la comentada especulación para sumar puntos y no cargar kilos pensando más allá. Lo cierto es que el espectáculo continuó siendo pobre. En Neuquén y Junín también lo vivieron.

A eso hay que agregar la clasificación que, dos horas después de la carrera, quedó en suspenso y se definirá entre hoy y mañana en el departamento técnico de la ACTC. Su máximo responsable, Alejandro Solga, decidió llevarse múltiples de admisión y carburadores de los motores de los tres mejores: Juan De Benedictis, Mauro Giallombardo y Mariano Werner, quienes cuentan con atención del equipo de Hugo Cuervo en sus Falcon.

Entonces, las incógnitas surgieron enseguida. El ingeniero, que en agosto de 2011 fue suspendido definitivamente (por la mala ubicación del lastre en el Falcon que antes preparaba a Gabriel Ponce de León y tras faltas reincidentes), volvió en la actual temporada tras el levantamiento de la sanción a poco de cumplirse un año. Con dos éxitos al hilo y sus tres pilotos en el podio, otra vez está en el tapete.

Por el lado del público hubo negligencia. Como esos que rompieron parte de la tela perimetral del curvón peraltado -y de otros sectores del predio- para tener una mejor imagen con sus cámaras fotográficas o por el sólo hecho de estar más cerca de los autos mientras transitaban a alta velocidad.

Ni qué hablar de la mayoría de la gente que, cuando los vehículos aún transitaban sobre el circuito, ya se encontraban dentro del mismo para celebrar o saludar a sus ídolos a pocos metros de los autos.

Pasó el TC y otra vez dejó huellas. Hubo buenas y malas. Mendoza lo disfrutó a pleno. Que su visita no se corte y la plaza siga vigente para el automovilismo nacional.

Diego Rafael Espósito -Más Deportes – Los Andes

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