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“VOY A ANDAR TRANQUILO, porque tengo mucha ventaja y además mi vieja me está esperando…”

Aquel adelanto que Nasif Moíses Estefano le hizo a quienes fueron los comensales, entre los que estaba Carlos Menem,  de la  que fue su última cena, volvió a la memoria de los pocos que aquel 21 de octubre de hace cuatro décadas mantuvieron la frialdad y no tomaron como un pesadilla la noticia del vuelco de su Ford y la instantánea muerte de su piloto en la zona de Aimogasta en la etapa final de un Gran Premio de TC.

Era lógica la incredulidad general porque ¿Quién podía aceptar que un piloto de la calidad conductiva de Nasif pudiese ser traicionado por una simple y amplia curva ? ¿Quién podia imaginar que con la amplia ventaja que llevaba (10 minutos), y que le aseguraba el triunfo y el título, un corredor de su amplia experiencia, iba a arriegar más de lo debido? ¿Quién podia imaginar que la madre que esperaba recibir la feliz imagen del hijo triunfador y campeón en la ciudad de Concepción donde lo había dado a luz el 18 de noviembre de 1932, se encontrara con su cuerpo sin vida?

La crueldad del destino no sabe de lógicas.Y aquel 21 de octubre de 1973 no hizo excepciones con Nasif Estefano que entró en la eternidad y en la historia del Turismo Carretera como el primer, y hasta ahora (ojalá que por siempre) único campeón post mortem. El dolor invadió el ambiente porque Nasif era tan querido por sus cualidades humanas como respetado por sus virtudes conductivas que lo habían llevado hasta las pistas europeas. Ese dolor eterno  no eclipsó el misterio que rodeó las causas de un accidente que hoy cuarenta años después siguen siendo incomprensibles. Jose Paccioni, testigo privilegiado desde su condición de acompañante y la suerte de salir ileso, continua aferrado a la version de una falla mecánica. Tal vez guarde algún secreto. O no. En contraposición está la alarmante teoria del sabotaje a los frenos sostenida por familiares de Nasif y desmentida por José Miguel Herceg,responsable de aquel equipo oficial Ford que Estefano integraba con Héctor Luis Gradassi, el mismo que hasta sus últimos días de vida juró que no se detuvo para ayudar a su compañero porque le dijeron  “andá tranquilo que no pasó nada…” . “Nunca se probó nada , como tampoco se desmintió.

Como irrebatible quedó la partida de quien como Nasif Estefano fue prisionero de ese destino burlón que también lo había maltratado a principios de los 60 cuando puso todos su ahorros por un sueño de Fórmula 1 y terminó defraudado por quien comoAlejandro De Tomaso consideraba su amigo. Le costó recuperarse pero lo consiguió. Sin embargo, ese destino no lo olvidó y en plena gloria supo esperarlo en esa curva de Aimogasta para con su zancadilla fatal impedirle disfrutar en vida  lo que con tanto esfuerzo habia logrado.

Visión Auto.

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