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Triunfó en el deporte, marcó una era en el automovilismo, fue el rey de la Fórmula 1 y se convirtió en el héroe de una nación. Pasaron 20 años del día que Ayrton Senna dejó su vida en el circuito de Imola, en el Gran Premio de San Marino. Ese día corrió como tricampeón de la categoría, era la estrella de la pista. Su muerte lo transformó en leyenda.

Nació en 1960, en San Pablo. Siempre humilde en una familia adinerada. Su padre, Milton da Silva, y su madre, Neyde Senna, hicieron que a los cuatro años tenga su primer kart con un motor pequeño. A los 8 años ya humillaba adolescentes de hasta 18. Su primera competencia la hizo a los 13. En 1976 gana el Campeonato Paulista de Karting, y un año después se alza con el Campeonato Sudamericano en Uruguay. Pero el dinero no hace al talento. Si en 1978 dejó sus vínculos afectivos en Brasil, por ir a competir a Europa, era porque su calidad era única.

En 1984 llegó a la máxima categoría. Debutó en Rio de Janeiro y consiguió sus primeros puntos en Sudáfrica. La escudería Toleman no tenía maquinas capaces de ganar carreras. Pero en las lujosas calles del Gran Premio de Mónaco, una pista estrecha que da margen de error, el joven Ayrton lo logró. Figuras como Niki Lauda, Keke Rosberg y Alain Prost lo venían pasar deslizándose con la lluvia que bañó al Principado ese día. Las precipitaciones serían relevantes en su historia.

Al año siguiente firmó con Lotus, un equipo que sabía de campeonatos y carreras. Las pistas húmedas se hicieron su especialidad. Si diluviaba, mejor. Senna dio una clase de cómo pilotar en un terreno mojado cuándo ganó en elcircuito de Estoril, en el GP de Portugal.

Sus condiciones lo colocaron en la elite. Llegó al círculo del francés Alain Prost y la prestigiosa escudería McLaren en1985. Si bien cargaba con la presión y la responsabilidad de ser la nueva joya, no tardó en convertirse en una amenaza para su compañero.

En 1988, en Montecarlo, Senna llevaba la delantera y Prost venía atrás. La orden del equipo para el brasileño fue que bajara la velocidad. Realmente dejaba en ridículo a su socio. Senna chocó, Prost ganó. Su enojo marcó un punto de inflexión para su carrera y para la relación de ambos.

Ayrton ganó seis de los siguientes ocho Grandes Premios y superó por puntos a Prost en la lucha por el campeonato. Todo se definió en Japón. Tras una pésima largada, donde perdió quince puestos, el cielo hizo su parte y comenzó a llover. Senna pasó a todos, incluso a su colega y logró su primer campeonato Mundial.

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Estaba en la cima. Fue recibido en Brasil como héroe nacional. Tenía el mundo a sus pies. Se podía dar el lujo de coquetear con la bella animadora de televisión Xuxa en pleno show infantil. Luego tendrían un romance y hasta caminarían juntos por los paddocks del mundo.

Para el año ’89, Prost ya era su enemigo. Si Senna era el agua de la lluvia, Prost era aciete. Las formalidades se desvanecían y cada vez tenían menos dialogo a pesar de que compartían escudería. Un nuevo GP de Japón firmó su rivalidad, esta vez irreversible. El coche del francés quedó fuera de batalla y Senna terminó la carrera con dificultades, pero con la victoria al fin.

En el instante que se frenó su monoplaza, Prost corrió a la oficina de los Comicionados y la discusión se extendió hasta que Senna terminó la carrera y, al ser citado, también subió. El podio estaba listo y las banderas de Brasil flameaban, pero nadie aparecía.

El presidente de la FIA, Jean-Marie Balestre decidió anular la victoria de Ayrton, lo que automáticamente le entregó el tercer título mundial de su carrera a Prost. “Es imposible trabajar con Senna”, soltó el campeón en lo micrófonos, mientras Senna era suspendido por seis meses, con una multa de 100.000 dólares. “Es uno de los mejores de mundo, pero no puede causar accidentes estúpidos”, disparó Balestre. Senna pensó en dejar todo.

Y no podían seguir en el mismo equipo. Para 1990, Prost se marchó a Ferrari y la armonía volvió a McLaren. Senna logró su segundo campeonato mundial, otra vez en el circuito japonés de Suzuka. Fue campeón, pero no estaba feliz. La rivalidad entre ambos favorecía a generar más audiencia, era una novela. Pero Senna no estaba tranquilo.

Repitió el título al año siguiente. El ’91 encontró un piloto imparable que ganó siete carreras. Sin duda la más importante fue en casa. Senna ponía la bandera de Brasil alta en momentos de mucha pobreza e infelicidad social. Fue un desenlace épico, con lluvia otra vez. Hizo las últimas siete vueltas en sexta marcha, con la caja de cambios totalmente rota. Gritó desesperado los últimos metros del circuito de Interlagos y lloró más de lo que lloraba el cielo.

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La consagración fue de nuevo en el Gran Premio de Japón. Nigel Mansell, el escolta en el campeonato, quedó fuera en la vuelta nueve y el titulo cayó en manos de Senna. A los 33 años, llegaba a las 33 carreras ganadas.Conseguía su tercer Mundial y entraba en los libros de la F1.

El equipo Williams-Reanult comenzó 1992 con avances tecnológicos que distorsionaron la competencia. Alain Prost se sumó al proyecto con una única condición en su contrato: que jamás le pongan a Senna de compañero. Él sabía que no podría contra él en igualdad de condiciones. El francés ganó el Mundial 1993 y anunció el retiro. El camino quedaba allanado. En Australia, la última carrera de la temporada, Senna dijo adiós McLaren con una victoria.

Williams lo elige en el ’94, pero los componentes electrónicos terminan prohibidos por la FIA. Adiós al control de tracción, frenos especiales y la suspensión electrónica. Senna se encontró con un coche inestable y dubitativo. El Bennetton de un alemán llamado Michael Schumacher hacía un mejor trabajo.

Llegó el día. Circuito de Imola, Gran Premio de San Marino. La prensa reclamaba una victoria obligada y la reacción de Ayrton Senna, que no lograba controlar su nuevo coche. Los entrenamientos hicieron un aviso con un accidente del nuevo brasileño, Rubens Barrichello, y con la muerte de Roland Ratzenberger.

El domingo 1 de mayo de 1994, los monoplazas se acomodaron en la pista para la carrera. En la salida hubo una nueva advertencia con un accidente entre Lehto (Benetton) y Lamy (Lotus). Todo siguió su curso.

En la sexta vuelta, Senna marchaba primero y Schumacher presionaba de atrás. El brasileño no dobló y viajó a314 km/h hacia un golpe fatal. La pista se llenó personal de seguridad. Luego vino un helicóptero, y por último el llanto.

A las tres horas se confirmó su muerte, a los tres días su cuerpo llegó a Brasil. Más de 2 millones de personas marcharon durante su sepelio. No faltó nadie. Hace 20 años, Ayrton Senna, luego de 161 grandes premios disputados, 65 primeros lugares en la parrilla, 41 victorias, 80 podios y casi 3.000 vueltas, hizo llover en los ojos del deporte.

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